EL COCODRILO

Como ya saben ustedes, uno es hombre de mundo en el que no faltan amigos (y amigas, pero de esto no puedo dar mucha cuenta porque correría peligro de ser un "castrato"). Pues bien, no hace mucho, una buena amiga me llamó requiriendo mis servicios (por favor no piensen ustedes mal que no siempre es para el tema... ya me entienden). Me decía que por favor fuera corriendo a su casa, que se había colado alguien en su desván y que estaba aterrorizada. Su tono de voz angustiado, con la respiración entrecortada y suspirando constantemente, hizo que mi pobre corazón, velador de causas justas y nobles, midiera la situación... O sea, mujer afligida y débil, con miedo, llama al súper héroe, resuelvo el entuerto y pillo cacho... Plan perfecto.

No obstante, como uno es precavido, analicé la situación y dije, mira que si es verdad y me encuentro con un problema. Total, bajé al trastero de mi casa, cogí un bate de béisbol (y ahora os preguntaréis por qué tengo un bate de esos en mi casa... pues no lo sé, pero lo tengo), cogí una navaja multiusos de esas buenas de marca suiza, una manta vieja (por si tenía que enterrar luego a alguien) para ir a casa de mi buena amiga (que por cierto esta muy buena, si no, no iría).

Después de hora y pico de carretera, llegué a su casa en la que sólo estaba ella (mi plan estaba funcionando sin haber hecho nada) y me recibió con un abrazo de esos que daba por hecho que luego tendría manteca...  Empezó a hablar muy rápido entre sollozos... que si escucho cajas moverse, que se oyen pisadas, que suenan ruidos como de ronquidos.  Miré alrededor de la casa vieja de pueblo y sólo había dos opciones para que alguien accediera al desván, trastero o cámara: Una por el pequeño espacio de ventilación exterior a mas de 4 metros de altura o que alguien tenga copia de las llaves y haya entrado sin que nadie se hubiera dado cuenta.  No me gustaba como caminaba la borrica...  Algo había que no cuadraba en mi mente de hombre sabio, de mundo, inteligente, previsor... 

Bate en mano, saco en la otra, le dije a mi amiga que se pusiera detrás de mí en nuestro camino a la puerta de acceso. Decir que en todo esto, no escuche ni el zumbido de una mosca, lo que hizo pensar que era una artimaña para llevarme al catre (joer, lo podría haber dicho directamente y nos evitábamos este numerito). Con dos cojones, abrí la puerta de acceso gritando fuerte "sal de ahí hijo de puta...." y allí no se movía ni el aire del aliento. Descartada presencia humana, como yo me imaginaba, miré a ver si había algún tipo de excremento propio de gatos, ratas o ratones, o alguna pluma, que pudiera dar pista de que un animal estaba dentro... Res de res (nada de nada que soy políglota). El bate ya me iba estorbando, cuando de repente, escuché un ligero movimiento... Mi amiga corrió escalera abajo como si un demonio la fuera a coger, pero yo, espíritu de D. Alfredo Landa, erguido cual macho ibérico en la cima de la loma, aguanté el tipo y fui a mover una caja donde se escuchó el ruido...

Bajé la escalera silbando el himno del atleti, señal inequívoca de mi victoria y de la que estaba por llegar y me encontré a mi amiga en la cocina. La pobre me dijo: "¿Qué llevas escondido detrás?" Yo le contesté: "Un cocodrilo".... Deslicé mi mano de atrás hacia adelante, mostrando una minúscula lagartija que intentaba soltarse de mis dedos cimbreando de un lado hacia otro... y yo me moría de risa, mientras acercaba el "cocodrilo" a su cara.  Un fuerte golpe sonó y cuando me quise dar cuenta, tenía mi cara mas caliente que el palo de un churrero. 

Obviamente mi plan B se había ido a la mierda...



Mujeres...

No hay comentarios:

Publicar un comentario