jueves, 15 de octubre de 2015

Homenaje de Mujeres 11 (7+4) a Elisabeth Kübler-Ross


Hace algún tiempo, en una red social, vi el perfil de una amiga muy emprendedora en cuyo estado anunciaba, con cierto temor, un nuevo proyecto y me llamó la atención el comentario con el que respondió una amiga suya: "Según la doctora Kübler-Ross, las personas en su lecho de muerte casi nunca se arrepienten de lo que hicieron en su vida sino de lo que dejaron..." Esta frase me impactó hasta tal punto que busqué información sobre esta gran mujer y su obra, llegando a la conclusión que merecía una página homenaje en este blog. Gracias Elisabeth Kübler-Ross por tus lecciones de vida, muchísimas gracias desde esta página de Mujeres 11 (7+4).


Si miramos a nuestro alrededor y observamos durante un rato podemos darnos cuenta de lo diferentes que somos. Sin embargo, hay algo que todas las personas tenemos en común y sabemos que vamos a pasar por ello. Aunque no nos guste pensarlo, ahí está. Hay gente a la que no le da miedo, otros le tienen gran respeto, algunos ni siquiera pueden escuchar hablar de ella pero ahí la tenemos, siempre presente, con un papel fundamental; y es que pensándolo bien, no hay vida sin muerte.


La protagonista de esta nueva entrada pasó parte de su vida acompañando a personas que se despedían de la vida y estudiando su comportamiento al acercarse este momento.


Elisabeth Kübler-Ross nació en Zurich (Suiza) en 1926. En su etapa de estudiante de Medicina y Psiquiatría visitó como voluntaria un campo de exterminio nazi tras la guerra. Este hecho marcaría su vida. Le sorprendió que en las paredes de los barracones había dibujos de mariposas y convirtió esta imagen en su emblema de trabajo. La muerte era para ella un renacimiento a un estado de vida superior, un pasaje hacia otra forma de vida. Según sus palabras: "Morir es trasladarse a una casa más bella, se trata sencillamente de abandonar el cuerpo físico como la mariposa abandona su capullo de seda." ("La muerte, un amanecer") 





En Nueva York, trabajó con enfermos mentales y creó una nueva forma de trabajar a base de escucharlos y estar con ellos, consiguiendo importante avances para sus pacientes (muchos emprendieron una vida autónoma). Posteriormente, comenzaría su etapa de trabajo con enfermos terminales, tanto mayores como niños, y personas enfrentadas con la muerte de un ser querido. El proceso era el mismo, escuchar y acompañar. 






Estos trabajos le valieron el reconocimiento internacional. Ha escrito numerosos libros sobre el tema como "La muerte: un amanecer", "Lecciones de vida",... hasta convertirse en la autoridad mundial de la tanatología. Murió en 2004 a la edad de 78 años, en su entierro se soltaron globos (como fue su voluntad) y cientos de mariposas que se posaban sobre las personas presentes...


Pero nunca se fue, sigue presente en sus libros, en sus frases que tanto nos enseñan y que nos llenan de esperanza. Es curioso como el hecho de observar la muerte puede estar tan lleno de vida. Gracias Elisabeth Kübler-Ross. Estas son algunas de sus frases:


Las personas son como las ventanas con vidrieras: a la luz del sol brillan y relucen, pero en la oscuridad sólo son bellas si algo en su interior las ilumina.



Es sólo cuando realmente sabemos y entendemos que tenemos un tiempo limitado en la tierra y que no tenemos manera de saber cuando nuestro tiempo se ha acabado, que entonces comenzará a vivir cada día al máximo, como si fuera el único que teníamos.


 La última lección que todos nosotros tenemos que aprender es el amor incondicional, que incluye no sólo a los demás, sino a nosotros mismos.


“Sí, he tenido una buena vida pero, ¿he sacado tiempo para vivir de verdad?”. Hay muchas personas que han existido, pero que realmente nunca vivieron.


No tendrás otra vida como ésta. Nunca volverás a desempeñar este papel y experimentar esta vida tal como se te ha dado. Nunca volverás a experimentar el mundo como en esta vida, en esta serie de circunstancias concretas, con estos padres, hijos y familiares. Nunca tendrás los mismos amigos otra vez. 

Nunca experimentarás de nuevo la tierra en este tiempo con todas sus maravillas. No esperes para echar una última mirada al océano, al cielo, las estrellas o a un ser querido. Ve a verlo ahora.